lunes, 5 de agosto de 2013

Tengo un novio en el pasillo

De vez en cuando me permito llegar tarde, normalmente cinco veces por semana.

Siempre en el mismo tramo de la misma estación. En ningún otro sitio. Siempre cuando el minutero señala que han pasado y veinticinco.

Ni sabemos de dónde venimos, ni sabemos a dónde vamos.

De vez en cuando me gusta llegar tarde;
que esa sonrisa de buenos días, tímida pero buscada y encontrada; se venga conmigo lo que queda de camino.