El dolor no me permite ni tan siquiera mover
los ojos.
La infección hace su trabajo y recorre cada
centímetro de mi cuerpo,
como tu cuando me querías.
Y la sensación de una pequeña muerte a corto
plazo no me impide fumar un cigarrillo,
a medias con la soledad del silencio de
mi coraza,
que se ha caído, que se ha roto, que no vale para nada.
¿En qué momento te dí el poder de hacerme
feliz?
Creo que ninguno piensa que le sucederàn estas cosas y hasta que no suceden recien nos damos cuenta de la realidad.Optimo post.Tersa J. deteresa
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