Ahora que
hemos llegado a ser como la línea 6 del metro de Madrid, tan circulares, tan de
no llegar a ninguna parte, o tan de llegar siempre al mismo lado, tan cíclicos.
Que el
peligro de tocarte equivale a cruzar un andén atravesando las vías con los faros
a ras de mi cuerpo, con el pitido que informa de la desgracia inminente.
¿Dónde
vamos?
Próxima
estación: “Lucero”.
Luz.
¿Cuánto
queda hasta “Pacífico”?
Paz.
Y espero
entrar de nuevo en el túnel para poder ver en la oscuridad del mismo mi reflejo
en el cristal, y comprobar que mi aspecto es perfecto para besarte a la salida
del metro.