Siempre en el mismo tramo de la misma estación. En ningún otro sitio. Siempre cuando el minutero señala que han pasado y veinticinco.
Ni sabemos de dónde venimos, ni sabemos a dónde vamos.
De vez en cuando me gusta llegar tarde;
que esa sonrisa de buenos días, tímida pero buscada y encontrada; se venga conmigo lo que queda de camino.
que esa sonrisa de buenos días, tímida pero buscada y encontrada; se venga conmigo lo que queda de camino.
A mí me dejó sin previo aviso, ya no me gusta Atocha...
ResponderEliminarGenial relato by the way!
Atocha sigue estando llena de gente, ¡lo veo a diario!
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