Se me escapa el sentido de lo que hago.
Se me escapan las promesas que con los dedos cruzados me repito cada mañana.
Se me va poco a poco el sentido común, se va por el desagüe de lo que intento reconstruir.
En cualquier momento se derrumba la montaña estando en la cima. Caer. Volver a escalar. Los malos momentos se hacen angustiosos, asfixiantes. Los buenos llenan los pulmones de aire nuevo.
Resulta difícil mirar al espejo y saber a ciencia cierta el estado del alma. Intentar engañar al reflejo que se ve, no querer parecer ante uno mismo la tristeza personificada.
Pero no es fácil encontrar la explicación a un vacío que se intenta ocultar casi a cada momento.
Resulta que esta mañana me miré en el espejo y me sonreí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario