Son pequeños espacios las inmensas junglas en las que nos movemos. Parece que se agrandan y se encojen a razón de la percusión de algún latido, que llega cercano a tus oídos.
Se me antoja quererte, pero no quiero empacharte por las ansias que me entran, cada vez que te tengo frente a mi, de no dejar ni un pedazo de ti sin conocer.
¿Recuerdas que paseábamos de la mano por mi mente? Es posible que no te contase todos los detalles.
Y un día, sin previo aviso, me sonríes y yo también sonrío cuando me dices, que tu también me quieres.
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