Y ahora estaba sentada en un banco de una plaza cualquiera, en un día cualquiera. Sin nada que hacer, solo mirar, escuchar, sonreír si acaso de vez en cuando.
Pensó en la noria en la que llevaba tanto tiempo subida. Pensó en que hay más atracciones que hacen algo más que dar vueltas, y la de vueltas que da la vida.
Miró tras las gafas de sol, a un lado y al otro. Gente que se pasea, gente que llega tarde, gente que prefiere no llegar. Y mientras, ella sentada, esperando no se sabe qué.
Desde la boda de su hermano su madre no había vuelto a ser la misma. Descubrir que la novia tiene el pene más grande que el novio desestabilizó a todos los invitados. Anécdotas de un domingo de Junio.
Será mejor andar, no sea que alguien me reconozca.
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