lunes, 22 de agosto de 2011

Primera parte

                                                                                             Sin pensar...

Llegará un momento en el que la verdad sea impepinablemente lo que necesite sacar a la luz para poder mirar sin rencor las caras de quién me pida la explicación más absurda, aunque sea solo por la satisfacción de que me tengan que echar de mas, que de menos es muy triste, y no se lo deseo a nadie.

Seria preferible que ante la duda de que tengas que marchar consultes antes con el corazón que te envuelve en lo más profundo del ser, de tu ser, de mi ser. La bombilla hace ruido ante mis manos. Se me encienden los dedos solo de pensar en tocarte.

Automatismo para un día de rutina que empezó con el leve despertar, con el quiero y no puedo, con el ahora voy. Vísteme despacio que tengo prisa, o mejor, no me vistas, no hace falta que me tape, yo no tengo vergüenza, eso es lo que deberá sentir quien se atreva a criticar mi desnudez, que no es física, que no es palpable, que no se puede robar.


Y ahora puedo despegar, porque ahora se que mis clases de vuelo on-line dan sus frutos, frutos dulces cuyo jugo se derrama de la mordedura mortal de tu boca. No me sirve de nada que me des el antídoto si lo único que quiero es el veneno. 

Sometida cada día al juicio rápido de personas grises, rápido, que tengo prisa, que no me vistas.

La calle huele a la velocidad de tus pasos, el aire se lleva tu nombre y por eso yo vuelo; y si mis alas se lastiman caeré en picado, pero no importa, porque el aire que me arrastre hasta el suelo seguirá oliendo a ti. Y el mar seguirá siendo tan inmenso como tu.

Damas y caballeros, dense las manos, abrácense; se avecinan tormentas.

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